jueves, noviembre 03, 2005

La flor que por fin volvió.

Hubo una vez, una florecita que era feliz... disfrutaba del clima, del viento y de la lluvia, cumplía con sus deberes como flor, sonreía todo el tiempo, convivía con otras flores. Entre sus múltiples actividades se fue enrolando poco a poco, hasta dejar de ver su reflejo en las gotas de agua de lluvia.

Hubo un día, en que haciendo memoria (vayan a saber ustedes por qué razón), cayo en la cuenta de que ya no era la misma flor, sus pétalos no llevaban el mismo brillo, su polen no tenía el mismo olor, sonrisas? contagios? se vió perdida de pronto en un bosque oscuro, asustada, buscaba la forma de salir, pero maleza era quien la sujetaba y no se lo iba a permitir.

Sin embargo, no se rendía la flor, iba a tratar de separarse, después de mucho tiempo lo logró; pero el bosque.... el bosque!!! siendo tan grande, complicada la tarea de volver a su jardín era, no sabía la pequeña flor a ciencia cierta si era aun más difícil que el deshacerse de la maleza, pero no se rindió, busco y busco, al final, ya casi de forma automática, pero se había acostumbrado al bosque, que, a pesar de que no era feliz, por lo menos ya no sollozaba por encontrarse ahí, sino que cuando, las gruesas ramas de los árboles permitían que pasara un rayo de luz, buscaba disfrutarlo lo más posible pues quien sabe cuando sucedería de nuevo cosa similar!

Y siguió la florecita su vida, dando intentos de sonrisas a los árboles tan serios, tan estirados y tan inmersos en su propia vida, siendo lógico esto pues ¿cuanto podría importarles una simple flor?, de pronto aquella recibía respuestas, lejanas también, pero suficientes para mantenerla con vida; de tal suerte que la flor seguía como podía con su vida.
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Y fue la búsqueda ya tan por inercia, que un día al levantar la vista descubrió que había dado con un hermoso jardín... fue feliz al darse cuenta de tal acontecimiento, pero en el fondo no creía que tal cosa durara, y lo que es más, no creyó que fuera ese su jardín.
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Pero si lo era, la florecita estaba de vuelta, con más vida vivida, pero con su mismo entorno, lo cual volvió mucho más placentero su paso por esta tierra.

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